12 marzo 2007

Periodistas o fans

Un partido político no debería comportarse como un equipo de fútbol (con fanatismo), dice García Noblejas. Tampoco un medio de comunicación. El periodismo tiene entre sus principales funciones las de ayudar al ciudadano a orientarse en la actualidad y a formarse una opinión sobre los acontecimientos importantes. Para ello promueve un debate racional, abierto y plural, desde el convencimiento de que sólo con la discusión y la crítica honesta podemos aproximarnos a la verdad.

Los periódicos dan forma a estas funciones con sus páginas de opinión en las que colaboradores fijos opinan sobre la actualidad. Además abren sus páginas a la participación de los lectores y de personas de prestigio que puedan aportar luz a los diferentes asuntos que se someten a debate. Por lo tanto la pluralidad no significa que en el kiosco el lector pueda encontrar una amplia variedad de puntos de vista, sino que esa riqueza de opiniones diferentes debe ser servida en el interior de cada periódico. Una de las mayores riquezas de un periódico es esa apertura a lo imprevisto: el lector encontrará opiniones que no busca, no sólo puntos de vista que reafirman sus propias opiniones.

Lo mismo se puede decir de las emisoras de radio, que cuentan entre sus géneros más potenciados y exitosos el debate o tertulia. Estar abierto a lo que dice el otro, aceptar la crítica y asumir que quizá uno puede estar equivocado es una forma de ser periodista que se pone a prueba ante los acontecimientos más importantes o conflictivos. El “caso De Juana Chaos” es uno de esos asuntos polémicos que ha puesto a prueba la obligación del periodista de orientar al ciudadano. Veamos cómo algunos periodistas y medios han afrontado la prueba de la pluralidad.

Ángels Barceló es la directora y presentadora del programa A vivir que son dos días, que se emite los sábados y los domingos por la mañana. De 9.00 horas a 10.00 horas tiene una sección llamada Análisis en la que “los analistas ponen sobre la mesa su opinión para el debate”. Los analistas del domingo, 11 de marzo, eran cuatro. El tema sobre el que opinaron fue la manifestación convocada por el PP en Madrid el día anterior.

Durante el debate, en el que también se incluyeron opiniones de algunos oyentes (por teléfono y por correo electrónico), ganaron por goleada. Era como un partido de fútbol sin contrincante. Todos estaban de acuerdo con todos, incluyendo la directora del programa, que no moderadora. Los adjetivos utilizados para calificar la manifestación o el comportamiento del PP fueron burdo, zafio, brutal, desleal, absurdo, antidemocrático, entre otros. No hubo ni una voz discrepante durante la hora que dura la sección del programa. Todos habían llegado al programa con la edición de El País bien leída y así resultó que el argumento dominante de la tertulia fue el carácter antidemocrático, por no decir golpista, del llamamiento de Rajoy a defender la nación española.

“Estoy muy preocupada y asqueada”, decía una oyente, por la vergüenza-estulticia, estupidez-manipulación del PP que no sabemos de qué es capaz con tal de conseguir el poder. Otros oyentes: “El Rey ¿no debería dar un toque? Poner orden y sensatez”, “Poner sensatez es muy complicado, es una lástima esta derecha que tenemos”, “afortunadamente la mayoría de las víctimas no somos de derechas”.

Al final del programa un último oyente se quejó de que a las víctimas del 11-M la sociedad no les había ayudado lo suficiente. Los tertulianos no tuvieron problema en improvisar un análisis de urgencia: la culpa de eso la tienen “determinadas tribunas mediáticas” y el gobierno de Madrid (del PP, claro).

Y Barceló dio por cerrado el análisis de la jornada, sin una sola intervención digna de una periodista: preguntas inteligentes, perspectivas variadas, desafío a las propias convicciones.

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