04 marzo 2009

Prejuicios o la importancia de los hechos

Cuando el relato de los hechos distorsiona, falsea o simplemente imagina, las opiniones serán con toda seguridad equivocadas: actuaremos no con argumentos sino con prejuicios.

Opinión de Josep Ramoneda: “¿Por qué casi siempre es la gente de izquierdas la que dimite? ¿Por qué la derecha española es mucho más reacia a sacrificar cabezas que la izquierda? Probablemente, la pregunta no tenga una sola respuesta. Pero tengo la sensación de que hay un factor determinante: el electorado de la derecha tolera mejor que el electorado de la izquierda los abusos de poder o las corrupciones”.

Los hechos: El alcalde de Alcaucín, José Manuel Martín Alba (PSOE), acusado de cohecho, blanqueo de capitales, prevaricación, tráfico de influencias y falsedad, en un caso de corrupción urbanística, es conducido a prisión entre los aplausos y gritos de ánimo de decenas de vecinos
Titular de portada de El País antes del voto: “El cambio en el País Vasco y Galicia depende de la abstención. Una baja participación castigaría al PNV y al bipartito gallego”.

Los hechos: “La participación en Galicia bate récord en unas autonómicas con el 70%, 6 puntos más que en 2005. El PP consiguió su mayor número de escaños (43) en 93, también con alta participación”.

Los prejuicios: los de izquierdas son buenos y los de derechas son malos. Los primeros tienen un gran sentido de la ética y los segundos son unos cínicos hipócritas.

Los prejuicios: la derecha gana en Galicia cuando el pueblo no vota mucho porque su poder es caciquil y cautivo. Cuando el pueblo se moviliza gana el PSOE porque su poder es verdaderamente democrático.

Para que nuestros prejuicios se hagan pasar por verdades no queda más remedio que ajustar con calzador los hechos a nuestras ideas falseándolos, distorsionándolos y, cuando no hay más remedio, imaginándolos.

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7 Comments:

At 2:50 p. m., Anonymous Anónimo said...

Qué cosas dices, Enrique...

 
At 12:43 p. m., Blogger Enrique said...

anda, Gema, explícate.

 
At 12:23 p. m., Anonymous Anónimo said...

A ver, Enrique, no me entiendas mal. La distorsión de la realidad en el relato periodístico me parece un debate muy interesante, pero dentro de un aula.

En el desempeño de ‘mis trabajos' se me hace tan raro solo pensar en ‘Prejuicios o la importancia de los hechos…’.

Creo que debería volver a las aulas para poder debatir contigo. El trabajo de periodista y pseudo-periodista sí que me llena de prejuicios y pervierte mis argumentos.

Por eso prefiero dejarlo en un ‘qué cosas dices, Enrique’.

Un saludo, maestro.

 
At 10:36 a. m., Blogger Enrique said...

La que dices cosas eres tú, querida Gema: "La distorsión de la realidad en el relato periodístico me parece un debate muy interesante, pero dentro de un aula. En el desempeño de ‘mis trabajos' se me hace tan raro solo pensar en ‘Prejuicios o la importancia de los hechos…’".

Si en tu trabajo se te hace raro pensar en la importancia de los hechos, entonces es que el aire que se respira hoy en las redacciones está más contaminado de lo que creía.

¿No estarás enferma, Gema? Con lo fuerte que tú eras. ¿Qué virus te ha infectado?

Y no creo que sea un debate sólo para las aulas, como si aquí en la universidad vivieramos en una burbuja separada del mundo real. Si no recuerdo mal: de eso es de lo que se hablaba en mis tiempos junto a la máquina del café del periódico. A todas horas. (Cuando no se hablaba de fútbol o de cotilleos, claro).

Si uno piensa otra cosa, es decir, que sólo es un tema teórico, entonces un periodista no tendrá dudas en creer, por ejemplo, lo que dice un político: que los documentos del espionaje en el PP madrileño han sido fabricados en la redacción de El País. Para un cínico es una versión de los hechos verosímil.

Espero que no hayas caído todavía tan bajo.

 
At 10:59 a. m., Anonymous Anónimo said...

Qué cachondo eres, Enrique. De verdad, eres el mejor. Me resulta tan enternecedor oírte contar tus batallitas de la máquina de café… Desde luego, el tiempo pasa por todos: para ti, como periodista, y, para mí, como estudiante*.

¿Sabes? El problema es que creo que todavía no he conocido un solo periodista en la Región de Murcia (nos incluyo a ambos) que parezca poner en práctica esos conceptos tan elevados de los que hablas. Y digo ‘parezca’ porque me conformo con la apariencia, que conste.

La mayoría de los periodistas que conozco son buenas personas, eso es cierto. Los cínicos abundan en otras profesiones (políticos, filósofos, eclesiásticos, etc.). No obstante, la mediocridad es el signo distintivo de esta profesión.

Me refiero a ese conformismo mezquino que se esconde tras las quejas agriadas de los perros viejos, esos redactores con más de 20 años de profesión que se engañan pensando que han consagrado su vida a la valiosa tarea de ofrecer al mundo información veraz.

Los ves quejarse del fariseísmo de la clase política, de las presiones del medio en el que trabajan, de la ineptitud de otros compañeros… Ya no se sienten desdichados por el estrés y las horas de más en la redacción, sino que presumen de aquello y de lo otro. Aprietan los dientes cuando te cuentan con orgullo sus penas, duelos y quebrantos. Son las Anas Politkóvskayas de la profesión.

Querido profe, estaría enferma si te dijera que aspiro a convertirme en eso. Aunque la otra opción tampoco parece más saludable: dices que los ucamitas no vivís en una burbuja, no. Vivís en un monasterio, que es peor…

Tengo que dejarte, pero espero volver a escribir en tu blog. Lo leo a menudo, pero nunca sé qué decirte, eso sí, siempre me dejas estupefacta.

Un beso, Enrique.




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*¡Ei! No te ofendas, tú me llamas enferma y yo te llamo viejo…jejejeje!

 
At 2:52 p. m., Blogger Enrique said...

Menos mal que nunca sabes qué decirme... ¡Tú sí que eres la mejor! Eras la mejor en clase y ahora, por lo que acabo de leer, veo que sigues escribiendo de matrícula.

Pero anda con cuidado. Eres la mejor, pero no en todo. Puede que en una sola cosa. Sólo mejorarás si no descuidas todo lo demás (como me llamas viejo, me permito darte consejos).

Tengo clase y no puedo alargarme. Tus comentarios son un lujo para este blog: por su inteligencia, sarcasmo, perspicacia.

Pero dices dos cosas que no me convencen. Hablas de la mediocridad en unos párrafos que serían fragmentos maravilloso de un reportaje sobre periodistas, pero los comparas con Politkovskaya, no sé por qué.

Y te equivocas: un monasterio no es peor que una burbuja. Estar en un monasterio (como en una biblioteca, como en un barco en alta mar) es una forma de estar en el mundo. Quizá sea una forma muy válida para entenderlo. ¿y no es eso a lo que deberían dedicarse los periodistas? Lamentablemente, a menudo, una redacción sí es una burbuja.

 
At 12:39 p. m., Anonymous Anónimo said...

Hola, Arroyas, deacuerdo en lo de los prejuicios de izquierdas y de derechas, también en lo de Ramonedas, que sabes quién es y que hay que esperar de él. Pero no hagas trampa tú tampoco. Lo de la previsión de las elecciones gallegas es eso, una previsión, errónea. Dicen que el abstencionismo castigaría a la 'izquierda', y solía ser así, pero no es ninguna ley. Han calculado mal, que no es que hayan manipulado la información.

 

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