12 julio 2006

El método Kapuscinski


Desde su experiencia de 50 años de reportero, Kapuscinski expone en Los cínicos no sirven para este oficio, entre otros libros, sus ideas sobre el buen periodismo.

Como punto de partida, señala tres requisitos: capacidad de sacrificio (es una profesión muy exigente con la que convivimos las 24 horas del día), constante renovación de conocimientos (porque “nuestro trabajo consiste en investigar y describir el mundo contemporáneo, que está en un cambio continuo”) y abandono de cualquier pretensión de hacerse rico con el periodismo (“podemos encontrar muchos periodistas jóvenes llenos de frustraciones, porque trabajan mucho por un salario muy bajo… por tanto, tened paciencia y trabajad”).

La cualidad principal del buen reportero, según Kapuscinski, es la empatía, porque “la fuente principal del conocimiento periodístico son los otros” y “no hay periodismo posible al margen de la relación con otros seres humanos”. No se puede escribir con justicia sobre alguien con quien no se ha compartido al menos un tramo de la vida; por ejemplo, es imposible hablar sobre la pobreza en África si no se ha estado allí, si no has tenido que caminar diez kilómetros para encontrar agua en malas condiciones como hacen ellos día tras día.

La fuente principal del buen reportero es la gente. El acierto en la selección de las personas que nos proporcionarán el material para nuestro reportaje dependerá de la intuición, la suerte y de nuestra capacidad de empatía. Hay una barrera psicológica que tendrá que superar quien aspire a elaborar un buen reportaje: se trata de hablar con personas que no conocemos, preguntarles cosas sobre las que quizá no tengan deseos de hablar, conseguir buenos testimonios en encuentros que suelen ser breves. Por eso todo dependerá de nuestra actitud hacia el otro. Si nos acercamos a las personas con una actitud cínica o arrogante, con el único objetivo de lograr una exclusiva, reaccionarán de forma negativa y no se abrirán. Las personas a las que preguntamos deben percibir que tenemos un interés auténtico por conocerlos y comprenderlos. Sólo así se sincerarán y nos contarán sus historias.

Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse en parte de sus destinos”.

Y no hay que olvidar nunca que…

Sin la ayuda de los otros no se puede escribir un reportaje. Todo reportaje en realidad es el fruto del trabajo de muchos, un trabajo colectivo, y sin un espíritu de colectividad, de cooperación, de buena voluntad, de comprensión recíproca, escribir es imposible”.

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