06 noviembre 2006

Elogio del Periodismo Lento


Una de las principales características del Nuevo Periodismo es la velocidad. Durante la celebración del Congreso Internacional de Nuevo Periodismo en Valencia me llamó la atención el ritmo frenético con el que los blogueros escribían sus crónicas mientras el conferenciante realizaba su exposición. Alguno incluso, en el turno de intervención del público, expresó en voz alta el orgullo que sentía por esa difusión simultánea de información. Ya no había que esperar a la edición del día siguiente de los periódicos, ni al telediario de la tarde, ni al boletín radiofónico de la hora siguiente, ni siquiera a las noticias de los diarios digitales que aparecerían en cuestión de minutos.

Los blogueros (estupendos periodistas, jóvenes audaces y veteranos, a los que tuvo la suerte de conocer) ofrecían la información al instante. Pero ¿qué se gana con esa pasión por la velocidad? ¿No corremos el peligro de convertir el periodismo en un ejercicio de apresuramiento, un loco frenesí en un momento en el que la prisa es justo lo que menos necesitamos? Los blogueros parecían todos encerrados en un circuito de Fórmula 1 que no llevaba a ningún sitio, obsesionados todo el tiempo con el tiempo, atrapados en un torbellino que les obligaba a escribir pronto y rápido. ¿De qué sirve invitar a la participación del público en los debates si los comentarios de un blog se suceden a un ritmo tan veloz?

Carl Honoré escribió un libro para poner en tela de juicio la obsesión por hacerlo todo cada vez más rápido, para reflexionar sobre la enfermedad del tiempo que sufre el mundo, con la intuición de que “correr no es siempre la mejor manera de actuar”.

Yo creo que tampoco en periodismo lo más importante sea la velocidad. Por eso este blog se renueva sólo una vez a la semana, para que las ideas maduren e incluso languidezcan y se marchiten lentamente, si eso es lo que se merecen. Esta entrada es un elogio del Periodismo Lento.

Estaremos de acuerdo en que lo único que permite la velocidad es llegar antes a un sitio, sea cual sea, llegar antes aunque sea para equivocarse o para estrellarse. Y, sin embargo, la velocidad se presenta como la solución a todos los problemas de la vida, sin tener en cuenta que puede haber ciertas cosas que no por hacerlas rápido salen mejor, porque requieren tiempo y lentitud. Hacer esas cosas de forma acelerada se cobra un precio en calidad. El periodismo es hoy, más que nunca, una de esas cosas que está pidiendo a gritos un poco de calma, un ritmo más lento.

Porque la velocidad era una virtud indudable cuando un avance tecnológico permitía que las noticias de un país lejano llegaran un mes antes, por ejemplo, y que uno se enterara de la muerte de alguien antes de que se celebrara el funeral. Una noticia no es noticia si te la cuentan cuando ya la conoces. Eso es evidente. Por eso hay que procurar ser los primeros en llevar las noticias al público. Pero eso tenía mucho más sentido antes que ahora, cuando todo lo que puede conseguir un medio es contar algo unos pocos segundos antes que los demás. Hoy, en la era de Internet, cuando lo urgente ya es instantáneo, ser el primero ya no es lo importante. Cuando todo el mundo lleva una cámara en el bolsillo ya no puedes aspirar a ser el único que capta una imagen.

Si el periodista acepta esta realidad podrá empezar a plantearse el gran reto de su profesión, lo que de verdad dará valor a su trabajo: ser bueno, cuando ser bueno ya no es ser el único ni el primero. En este desafío su mejor método será la lentitud.

Ser bueno significa lo de siempre: preciso, exacto, justo, reflexivo, profundo, ameno.

La velocidad impide ser bueno. “Cuando nos apresuramos, rozamos la superficie y no logramos establecer verdadero contacto con el mundo o las demás personas”, dice Honoré. Y precisamente de eso es de lo que se nutre el buen periodismo: del contacto con el mundo y con las personas.

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3 Comments:

At 1:21 a. m., Anonymous Anónimo said...

Estoy en parte de acuerdo en lo que dices. Yo también estuve en el congreso de Valencia y es verdad que llega un momento en que te has autoimpuesto tal responsabilidad de 'live blogger' que no paras, que conforme hablan escribes y cuando termina la ponencia ya está el post. Creo que hice más de 12 en los dos días y medio. Pero existen fórmulas para un periodismo reposado, de hecho es algo que me preocupa desde hace tiempo, también porque los blogs se consumen muy rápidamente y no admiten textos largos. Por eso creé 'Offblog', que, por cierto, voy a intentar relanzar y abrir a más gente en breve a través de Nxtmdia. Podéis ver la página aún por abrir del todo en http://offblog.org.

Un abrazo!

 
At 10:45 a. m., Anonymous Anónimo said...

Me he permitido enlazar el post con un resumen en francés de su contenido. Espero no os moleste.

 
At 10:57 a. m., Blogger Sergio M. Mahugo said...

Tal vez, esa sea la mejor baza que les pueda quedar a los viejos medios de papel: análisis y contextualización.

Pero la mayoría de medios que cubrieron aquél congreso, se limitaron a contar al día siguiente lo que había dicho el ponente de turno y a titular por una cita... Y eso ya lo habían hecho unos cuantos bloggers!

Coincido con vosotros: es necesario un elogio del periodismo lento. Pero Periodismo con mayúsculas. Para ofrecer menos y más tarde de lo que puede aporta un blogger, me quedo con el segundo. Recopila citas a un ritmo mucho mayor, las ofrece casi en directo para el que no ha podido asistir, y es capaz de contextualizarlas a través de enlaces porque conoce la Red como su propia casa.

Blogging y Periodismo pueden ser por tanto -es mi opinión- igualmente válidos. Cada uno para una cosa.

Del mismo modo que hay blogging y blogging. A mi personalmente me han venido geniales las coberturas de 'los del rincón', pero sigo rumiando sus posts y mis notas para publicar algo con un mínimo de valor añadido sobre lo que ellos hicieron.

Enhorabuena, por el blog

 

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