Amistad y literatura
Paul Theroux tenía 23 años cuando en 1966 conoció a V.S. Naipaul, que ya era un escritor importante aunque no famoso. Theroux daba clases en una universidad de Uganda y soñaba con ser escritor. Naipaul creyó en él y le ayudó a introducirse en los círculos literarios de Londres. Comenzaba así una amistad que duró treinta años. Después de muchos encuentros, paseos, conversaciones y cartas, en las que se cruzaron valiosos consejos sobre la vida y la escritura, tras numerosos viajes por todo el mundo y decenas de libros escritos, la relación terminó.
Threroux escribió entonces la historia de esa amistad que tanto significó para él, para su formación como escritor y para su desarrollo como persona. La tituló La sombra de Naipaul y fue publicada en España por Ediciones B hace algunos años. Naipaul queda retratado como un hombre arrogante, egocéntrico, misógino, neurótico, mezquino, maleducado, insoportable, racista, intratable, despiadado, cruel. Si leyéramos algunos fragmentos aislados y escogidos del libro estaríamos de acuerdo con quienes acusan a Theroux de haber traicionado a su amigo por el solo hecho de lograr una buena historia. Pero también es el retrato de un ser excepcional, de un escritor auténtico, de alguien que vive para escribir. Y Theroux nos lo describe desde la admiración, convenciéndonos de que pasemos por alto sus numerosos defectos a cambio del privilegio de acercarnos a un hombre fuera de lo común. (“La amistad es más llana que el amor, pero también más profunda. Un amigo no sólo conoce tus defectos y los perdona, sino que ejerce de testigo”). Es decir, es un libro escrito desde al amor y no desde el resentimiento, al menos hasta los capítulos finales. Y la mejor prueba de ello es que mientras uno lo lee está deseando correr a la librería más cercana para buscar los libros de Naipaul (y no tanto los de Theroux). De las acusaciones de traición o rencor, el escritor americano se defendió diciendo que se hacía una mala lectura del libro si se concentraba la atención en el final. Es el relato de la evolución de una amistad, decía, no de su final.
Así lo he leído yo, pero otros lectores no lo han entendido así. Vargas Llosa calificó el libro de entretenido, pero infame, y a Theroux, de excelente escribidor de segundo orden. El libro, dice el escritor peruano, “destila resentimiento y envidia en cada página, pero, aunque el lector tiene conciencia desde el principio que el autor escribe por la herida, sin pretensiones de objetividad, desahogando el dolor y la cólera por la traición de alguien que idolatró, se resiste a echar esa basura a la basura”.
También Juan Bonilla hizo una lectura parecida y considero el libro una venganza, aunque divertida. Y Juan Forn denunció la mediocridad del autor: “La gran ironía de este libro es que Theroux termine malográndolo no por el escarnio con que retrata a su víctima sino por no saber retratarse a sí mismo con pimienta equivalente. Uno casi puede imaginarse al antillano llegando a la última página del libro y pensando: ‘Este inútil..., le doy el tema para el mejor libro de su vida y lo termina arruinando porque no sabe estar a la altura ni siquiera como personaje’”.
Es cierto, el personaje del joven Theroux que va creciendo a la sombra de su mentor es inferior al personaje Naipaul, a quien podemos imaginar calificando a su discípulo de “infe”, como solía llamar a la gente vulgar. Pero quizá no lo hiciera porque hay algo que salva al narrador Theroux de la mediocridad y es su capacidad para ver y admirar el talento ajeno, de rendirse a él, observarlo y absorberlo sin asomo de envidia, y comunicárnoslo a los lectores. Y, al fin, el narrador, por ejemplo, se hace perdonar su insistencia en relatarnos sus proezas sexuales o su desinteresada entrega al amigo porque también nos muestra su vulnerabilidad y la tristeza con la que el paso de los años va impregnando las cosas. Como dice Theroux en una frase terriblemente triste, hay algunas cosas que no resisten un análisis a fondo.
Así pues, un libro lleno de sabiduría sobre la escritura y sobre la amistad. Un libro escrito a partir del consejo que le repetía una y otra vez Naipaul al aprendiz de escritor: di la verdad.
Otros enlaces:
Una crítica del libro de Theroux publicada en el diario La Nación
Etiquetas: escribir
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