Bellow y la atención
Saúl Bellow (1915-2005) sostiene que los medios de comunicación padecen de autismo, “un estado mental caracterizado por ensoñación, alucinaciones e indiferencia hacia la realidad exterior”. Nadamos en información, pero estamos sumidos en la confusión y al borde del caos porque la mayor parte de las noticias que nos ofrecen los medios no sirve para nada y porque, convertidos los profesionales de los medios en animadores populares entregados a la búsqueda del impacto, la realidad que ofrecen es una distracción de la auténtica realidad. “Los medios de comunicación, cuyo deber consiste en mantenernos informados sobre los nuevos acontecimientos, naturalmente no saben lo que está pasando. Está claro que no tienen ni la menor idea. La tecnología de que disponen es una de las maravillas del mundo, pero la mentalidad que la dirige acusa un retraso considerable sobre los ordenadores y los satélites”. Bellow culpa a intelectuales y periodistas del “peculiar seudoconocimiento de lo que ocurre, del espesor de nuestra ignorancia, y de la confusión interna y descentrada de nuestro entendimiento, de nuestra inquietud” ante la crisis del mundo.
El periodismo no forma parte de la maquinaria de la distracción, aunque esté integrado en ella. Son hijos de la distracción, dice Bellow, y precisamente por eso están especialmente capacitados para dirigirse al público distraído y arrancarlo de la distracción ayudando a restaurar en las conciencias “ciertas esencias asociadas a la vida humana” y descuidadas en el mundo distraído. Por lo tanto, alejarnos de la distracción se convierte en sinónimo de enfocar la atención, una de las cualidades que Tolstoi consideraba imprescindibles para escribir bien, como recuerda Bellow en el prefacio de Todo cuenta: estilo perspicuo, fondo moral (una postura firme sobre el problema del bien y el mal) y capacidad de atención.
Etiquetas: escritores, intelectuales
1 Comments:
Bellow apuntaba algo que en su momento era un problema grave. Hoy en día ya no es un problema grave. Hoy es un problema inevitable, y si es grave, o gravísimo, es ya lo de menos porque hacer algo al respecto suena imposible. Antes el agua se acercaba al jardín, podíamos coger cubos. Hoy nadamos en el terrado buscando el tragaluz para salir. Quizá la web sea una salida. Porque no es el exceso de información lo que nos mata, es el exceso de falsos magisterios, la finta a la lucidez que llega de mano de la democracia que, aun siendo irremplazable y necesaria, lleva de la mano muchos monstruos -la vértebra neoliberal, inevitable en la globalización del pensamiento único de la democracia actual es el trampolín para la peor ficción posible, la de nuestra alienación de las "falsas necesidades creadas". La falta de atención no es en realidad falta de atención. Es más bien falta de más atención. ¿Cómo prestar atención a un artículo de Fresán, si de la tele salen gritos desesperados por defender el honor de una peluquera que se ha casado con un imbécil que es famnoso por ser imbécil? ¿Cómo hacerlo cuando finalmente los gritos son tan fuertes que acaban imprimiéndose en el papel por culpa de esa inmoralidad llamada "interés general"?
Hay quienes prefieren leer un periódico clásico y de prestigio, confiar en un criterio a cuya ideología ellos creen que pueden adscribirse sin peligro de ver subvertida su opinión. Yo prefiero leer a Espada, entre otos muchos, aquí. La web es el único lugar donde utilizar la herramienta del criterio.
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